Hace ya un año la compañía de reciente creación denominada Greenland Gigafactory anunció su intención de levantar una fábrica con una superficie superior a las 200 hectáreas en la Zona Franca del Puerto de Sevilla. Uno de los grandes valedores de esta iniciativa era el delegado especial del recinto fiscal portuario, el exalcalde Alfredo Sánchez Monteseirín, que organizó reuniones de los responsables de Greenland con empresas de la ciudad y con Juan Espadas, el entonces primer edil de Sevilla. El despacho que asesora el proyecto es Sanguino Abogados (que también es asesor legal de la Zona Franca). Los acontecimientos demuestran ahora que aquella iniciativa no tenía la madurez suficiente como para anunciar su puesta en marcha con tanto triunfalismo. No se han cumplido los plazos que anunciaron
y ni siquiera han hecho una petición formal del espacio que quieren ocupar.
El proyecto de Greenland estaba avalado, en origen, por dos socios de prestigio. El concepto industrial en el que se basa la planta está inspirado en una investigación del instituto alemán Fraunhofer ISE (dedicado a la investigación y la innovación en energía). Tanto este centro como la compañía germana Bosch asesorarían la puesta en marcha de una futura instalación fabril. Los responsables del proyecto aseguraron a ABC el pasado mes de abril que en esos mismos días ya se estaban ultimando la solicitud de los permisos para ocupar la parcela y comenzar con todo el proceso administrativo.
En el Puerto de Sevilla, sin embargo, apenas han tenido noticias de los responsables de esta aventura. Según las fuentes consultadas por ABC, no se ha formulado ninguna petición en todos estos meses. Los técnicos del puerto detallaron hace un año las condiciones de la concesión y las cargas económicas de la misma, y finalmente no se concretó la petición oficial por parte de la compañía.
¿Quién está detrás de esta iniciativa? Greenland pone en su portal web que tanto el Ayuntamiento de Sevilla como la Junta de Andalucía son ‘partners’ (socios) y figuran sus respectivos logotipos institucionales. Sin embargo, ambas administraciones han negado a ABC que formen parte del proyecto. En ambos casos admiten que hubo reuniones con los promotores y se escuchó sus ideas, pero no se llegó a ningún compromiso concreto que permitiera situar sus marcas en el portal digital de la compañía. Junto a los emblemas del ayuntamiento y de la comunidad autónoma también aparecen los del bufete Sanguino y los de la Zona Franca (en éste último caso, Sánchez Monteseirín sí ha dado muestras muy claras de respaldar la iniciativa).
Según fuentes cercanas a Greenland Gigafactory, el retraso se debe a que «originalmente el proyecto contaba con socios chinos», y que instituciones como el Banco Europeo de Inversiones no veían bien la presencia de capital ajeno a la UE en la empresa. Ahora sostienen que han entrado nuevos inversores y la operación se está estudiando por entidades financieras. Solo cuando la financiación esté asegurada se tramitará la petición de una concesión, «pero para ello hay primero que hacer estudios de ingeniería». Sostienen que será inversión privada (más de 50 millones en una primera fase), aunque los plazos ahora son más dilatados que cuando anunciaron la idea (en el portal web de la compañía indican que el objetivo era iniciar la producción en este mismo año).
Objetivos
Actualmente las placas de los parques fotovoltaicos se producen mayoritariamente en China, donde los costes de fabricación son más bajos. De hecho, todas las fábricas que se instalaron en Andalucía para producir paneles en el primer «boom» del sector renovable se saldaron con un sonado fracaso (como fue el caso de Gadir Solar e Isofotón, que cerraron tras recibir cuantiosas subvenciones).
La planta que anunció Greenland se basaba en producir paneles para generar una potencia eléctrica de 5.000 gigawatios al año (el equivalente a tres centrales nucleares). Y el objetivo sería que los costes de fabricación fueran competitivos en relación con China, lo que exigía que la factoría fuera de gran tamaño (para generar economías de escala). También tendría que cubrir todos los procesos de la cadena de valor (desde la obtención y el tratamiento de las materias primas hasta la producción de todos los componentes del panel).
Una infraestructura de esta naturaleza requiere una inversión millonaria. Por el momento —y hasta que se desvelen los nuevos socios financieros con los que la compañía dice contar— la sociedad Greenland Gigafactory cuenta con un único administrador, el holandés Gerard Oostendorp, mientras que Bosch actuaría como proveedor en caso de que la empresa saliera adelante. Oostendorp asegura a ABC que mantiene el objetivo de levantar la planta en la Zona Franca y señala que en este momento uno de los desafíos es asegurar que el abastecimiento eléctrico de la factoría se pueda realizar con energías renovables. También apunta que las grandes compañías energéticas europeas del sector renovable han solicitado a la UE que haya en Europa capacidad para fabricar paneles solares, y Greenland se alinea con esta necesidad.
- Greenland Gigafactory, respaldada por Monteseirín, anunció el pasado año que era inminente la petición del suelo
La realidad es que Greenland es, por el momento, la segunda gran iniciativa que patrocina Monteseirín para la Zona Franca que se aleja de sus objetivos. El primero fue la fábrica de la compañía madrileña Laboratorios Vir, que anunció en 2018 que se convertiría en la primera empresa industrial que se instalaría en este enclave (para lo que acometería una inversión de 20 millones de euros). Esta compañía fue la gran beneficiada de la subasta de medicamentos que ideó la Junta de Andalucía, y no previó algo que en ese momento parecía improbable: el desalojo del PSOE del Palacio de San Telmo apenas diez meses más tarde. Sin Susana Díaz al frente de la Junta la situación cambiaba radicalmente.
Cuando el PP y CS llegaron al poder en Andalucía terminaron con el sistema de la subasta de medicamentos, lo que cortocircuitó abruptamente las perspectivas de crecimiento de Laboratorios Vir, que el pasado año anunció que abandonaba su idea de levantar una planta en el Puerto de Sevilla y que devolvía la concesión. En este caso —y a diferencia de Greenland Gigafactory— la empresa sí inició los trámites en el plazo anunciado y logró la concesión del suelo, al que renunció posteriormente. Los proyectos de Monteseirín en la Zona Franca no terminan de alzar el vuelo.
- Abc