Riesgo de frenazo en la construcción por la guerra de Ucrania

Riesgo de frenazo en la construcción por la guerra de Ucrania

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  • El sector afronta una situación complicada como consecuencia del ataque ruso. Pese a todo, el segmento residencial sigue despertando el interés de los inversores.

2020 fue una pesadilla para el conjunto del mercado inmobiliario: paralización de proyectos, falta de suministro de materiales, inflación desmedida… Y cuando parecía que por fin se veía la luz al final del túnel tras superarse lo más duro de la crisis sanitaria y había razones para pensar en una recuperación plena de la construcción (estudios como el de BBVA Research estimaban un incremento de la inversión del 15% en 2022 y del 18% en 2023), el conflicto geopolítico en Ucrania ha hecho que todas las previsiones que se realizaron a principios de año estén cayendo en saco roto.

Esta vuelta a empezar obliga al sector a enfrentarse a los mismos problemas que hace dos años sin haber tenido apenas tiempo para asimilar las consecuencias del golpe anterior. Como explica Michel Elizalde, CEO de la constructora ACR, actualmente son los promotores y constructores quienes «están absorbiendo el incremento en los costes de construcción, que no se ha repercutido en el coste final de la vivienda». Pero las empresas tienen una capacidad limitada y esta vía es, como indica el propio Elizade, «una baza que ya se exprimió durante la pandemia».

El desabastecimiento y encarecimiento de las materias primas es uno de los problemas más palpables que ha provocado la invasión ucraniana en la construcción, y el caso del acero es quizás el más significativo. El 20% de todo lo que importa Europa procede de Rusia y de Ucrania y eso ha generado, como señala un informe de la cooperativa de gestión de compras Ategui, que en algunas de sus variantes, como el acero laminado, el precio se haya encarecido hasta un 40%.

Pero este no es ni el único ni el mayor problema al que se enfrentan las constructoras. Los elevados costes energéticos pueden ser más perjudiciales aún para las compañías del sector. Como bien apunta Elizade, «la energía es transversal e influye en la transformación y el transporte de todas las materias primas, encareciendo todos los productos y procesos de la cadena».

Todo esto hace que el conjunto del negocio inmobiliario no se encuentre ahora en la posición en la que se esperaba a comienzos de año.

Pero sorprendentemente, pese a la incertidumbre que genera esta situación, sigue siendo un segmento atractivo para los inversores. «Los pequeños particulares españoles son quienes se están atreviendo a poner el foco en el inmobiliario como un valor refugio frente a la incertidumbre, pues sigue aportando una altísima rentabilidad, del 6,5%, y se erige como un activo muy seguro en un contexto de inflación desbocada», comenta María Matos, directora de Estudios y Portavoz de Fotocasa. Esto contrasta con el rumbo que han tomado los inversores extranjeros, quienes han moderado su participación en el mercado inmobiliario nacional a la espera de saber qué camino tomará la guerra.

De momento, como apuntan desde ACR, la situación no está afectando al precio final de las viviendas. Pero esto también puede cambiar en cualquier momento, pues la actual coyuntura podría prolongarse en el tiempo. Tal como reflexiona Consuelo Villanueva, directora de Instituciones y Grandes Cuentas en Sociedad de Tasación, «como ocurrió al inicio de la pandemia, los profesionales de la valoración tenemos la obligación de seguir muy de cerca la evolución del mercado para poder dar una respuesta clara del impacto real que esta serie de variables tendrá en la economía española, y sobre nuestro ámbito en particular».

  • El Mundo
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#LaConstrucciónEsParteDeLaSolución

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