El plan incluía además la creación de accesos peatonales y rodados desde la avenida del Descubrimiento y la del Nuevo Mundo, con un diseño que buscaba integrar el espacio portuario en el entorno urbano del muelle. En el plano económico, la tasa de ocupación se fijaba en 198.357,51 euros anuales, además de un pago complementario equivalente al dos por ciento del volumen de negocio una vez alcanzada una facturación mínima de 2,5 millones de euros.
La ausencia de ofertas pone de manifiesto que las condiciones del concurso no resultaron atractivas para la iniciativa privada. Fuentes del sector apuntan que la combinación de una tasa elevada, la obligación de acometer una inversión importante y un plazo de obra ajustado han podido desincentivar la presentación de propuestas.
Un revés para la integración puerto-ciudad
La declaración de desierto supone un golpe a la hoja de ruta de la Autoridad Portuaria, que había incluido este aparcamiento entre sus actuaciones prioritarias dentro de la estrategia de integración puerto-ciudad. El objetivo era mejorar la conexión entre el centro urbano y el ámbito portuario, liberar superficie para uso público y ofrecer una alternativa de estacionamiento en un entorno con alta presión de vehículos.
Desde la institución tendrán ahora que revisar las condiciones del pliego y estudiar posibles fórmulas que permitan reactivar el proyecto. Entre las alternativas que deberán figura la reducción de la tasa de ocupación o la flexibilización de los pagos ligados al volumen de negocio, con el fin de hacer más atractivo el modelo concesional. También se podría valorar con el objetivo de hacerlo más atractivo la posibilidad de ampliar el plazo de la concesión para facilitar la amortización de la inversión y garantizar la rentabilidad. Otra opción sería dividir la actuación en fases o lotes, de modo que las empresas interesadas pudieran asumir una parte del riesgo en lugar del conjunto de la obra.
La Autoridad Portuaria deberá estudiar, si no lo está haciendo ya, reforzar la colaboración con el Ayuntamiento de Cádiz para garantizar la demanda mínima de uso del aparcamiento, mediante fórmulas de abono o acuerdos que aseguren la ocupación de plazas por parte de residentes y trabajadores del entorno. Estas medidas podrían contribuir a que el proyecto recupere atractivo y salga adelante en una futura convocatoria.
No es un caso aislado
El episodio del Paseo Pascual Pery no es un hecho aislado. En 2022, la propia Autoridad Portuaria declaró desierto otro concurso para la construcción y explotación de un aparcamiento junto al Pueblo Marinero de Puerto Sherry, en El Puerto de Santa María. También la adjudicación de la terminal de contenedores en la ampliación del Dique de Levante tuvo que repetirse tras no recibir ofertas en su primera convocatoria. Estos antecedentes confirman que atraer inversión privada hacia proyectos portuarios en la Bahía de Cádiz no resulta sencillo, especialmente cuando se trata de concesiones de largo plazo que exigen fuertes desembolsos iniciales y retornos inciertos.
Un espejo para el futuro
La falta de licitadores lanza un mensaje claro: los pliegos deben adaptarse a la realidad del mercado y ofrecer márgenes suficientes para que las empresas perciban rentabilidad en su inversión. La voluntad de “abrir el puerto a la ciudad”, una de las banderas de la actual dirección de la APBC, necesita del respaldo de un tejido empresarial dispuesto a apostar por estos proyectos. Sin ese equilibrio entre rentabilidad y servicio público, las iniciativas corren el riesgo de quedarse sobre el papel.
En el plano ciudadano, el retraso supone un nuevo obstáculo para la solución de uno de los problemas más evidentes del casco urbano: la falta de aparcamientos. El equipamiento previsto en el Paseo Pascual Pery pretendía aliviar esa presión y servir de infraestructura de apoyo a la reordenación del frente marítimo.
La Autoridad Portuaria deberá ahora replantear el modelo de gestión y volver a licitar el proyecto con criterios más ajustados a la situación económica actual. El objetivo es que la actuación, concebida como una pieza clave en la modernización del borde portuario de Cádiz, deje de ser una promesa y se convierta finalmente en una realidad visible.