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Málaga: La torre del puerto de Málaga: cronología de un proyecto que se tambalea

  • La década que lleva en tramitación desde los promotores se veía como una garantía, pero los juristas de Puertos del Estado avisan de la inseguridad que ha generado, también por el cambio de arquitecto y diseño

 

En puntos donde el movimiento sísmico es frecuente, como Japón o Chile, es normal ver grandes torres tambalearse. Málaga está junto al quiebre de las placas tectónicas euroasiática y africana, pero los sismos, y por tanto ver torres moverse es bastante infrecuente. El miércoles, a primera horallegó a la Autoridad Portuaria de Málaga un documento de Puertos del Estado que hacía tambalearse un proyecto entero, aún por definir, pero que, de realizarse, cambiará la ciudad: la torre del puerto.

En el informe, que venía fraguándose en conversaciones del presidente del organismo de Madrid y sus técnicos con Carlos Rubio, piden nuevos informes técnicos y que se justifique mejor el interés general del proyecto para la ciudad de Málaga y también recomienda que se repita el trámite de competencia. Primero, por lo que ha cambiado el proceso en la década que ha transcurrido desde que echase a andar. Segundo, por garantizar la seguridad jurídica.

En estos diez años, muchos son los baches y contradicciones que ha pasado el proyecto. El más importante se produjo hace un año. La promotora que se hizo con la concurrencia –Andalusian Hospitality, formada por Hesperia y el fondo ligado a la familia real catarí Al Alfia– cambió al arquitecto que había iniciado y llevado hasta entonces el proyecto, José Seguí; por una estrella, el británico David Chipperfield, premiado con el Pritzker –una suerte de Nobel de la arquitectura–.

Con él llegó también un cambio total en el diseño. La altura creció de los 116 metros a los 144, el basamento de tener forma oval a rectángular y también creció en altura. La disposición y el número de habitaciones se alteraron. Y por ello, la Academia de Bellas Artes de San Telmo remitió un escrito al Puerto de Málaga en el que alertaba de “cambios sustanciales” que requieren de volver a casilla de salida la concurrencia.

Carlos Rubio, presidente del Puerto de Málaga, negó entonces que fuera necesario, pero afirmó que estudiarían el documento y lo responderían. Ahora Puertos del Estado si no obliga, sí parece dar la razón a San Telmo con su posicionamiento y su recomendación de repetir el concurso. Rubio, ese mismo día, también rectificó unas declaraciones anteriores en las que dijo que el proyecto básico de Seguí no era tal, sino “un dibujo, ideas“. Aseguró que había un proyecto básico desde el inicio de la tramitación. El de Chipperfield sería, de esta manera, el segundo.

El segundo de los puntos clave de la torre del puerto que ha visto sus costuras este miércoles es el interés general. Es la clave necesaria para hacer viable la iniciativa. De no estar bien justificado el interés general, Consejo de Ministros no levantaría el veto que de facto existe por ley a construir hoteles en suelo portuario. Puertos del Estado pide ahora una mejor justificación, cuando desde que está Chipperfield al frente del proyecto sus presentaciones se han basado, justamente, en la llave que creen que aporta el interés general.

Este no es otro que el paseo de 1,3 kilómetros, con zonas verdes, carril bici o paseos, que plantean entre el rascacielos y la Farola. Pero esto no aparece en la documentación que enviaron hace menos de un mes a Puertos del Estado desde Málaga. Al menos no en la justificación del interés general. Carlos Rubio reconoce que esta, dentro de la documentación, es la que se utilizó para la modificación del Plan Especial por parte del Ayuntamiento de Málaga. Dicho de otro modo, en la expediente se usó la justificación del proyecto de Seguí para la torre de Chipperfield.

Cabe recordar que, cuando ficharon al británico, al proyecto le quedaban, semanas de plazo para entregarse ante la Autoridad Portuaria. esta expidió una prórroga de cuatro meses para que a la promotora le diera tiempo a presentar todos los documentos. Distintos expertos dudaron de que el tiempo fuese suficiente para armar un expediente. En cualquier caso, se entregó en marzo de este año. Seis meses ha estado el Puerto de Málaga chequeando que todo estuviese correcto legalmente antes de mandarlo a Madrid. Menos de un mes lo han tenido allí antes de devolverlo a Málaga para que arreglen las distintas deficiencias que han encontrado y agreguen documentación que debía formar parte del expediente.

Una historia con muchos giros

Pocos proyectos han polarizado más en Málaga que la torre del puerto. Más de una década hace que empezó a andar lo que entonces se entendía como el salvavidas económico de la Autoridad Portuaria: un hotel rascacielos de cinco estrellas gran lujo en el Dique de Levante. Entonces el presidente del ente era Enrique Linde (PSOE). Después han pasado dos presidentes más. Mismo número de diseños –el último de ellos, eso sí, desconocido aún hasta por el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre–. Más de una década que ha dado lugar a un largo trámite con multitud de contradicciones. Y un amplio debate en todos los ámbitos: paisajístico, económico, urbanístico o arquitectónico y de movilidad. Las más de 1.400 alegaciones recibidas son prueba de ello.

Todo esto comienza bastante antes, cuando el Puerto de Málaga dice adiós al petróleo, que se va a Cartagena en 1999. Y con él una gran parte de la tarta que representaban los ingresos de la entidad. La ley obliga a que las autoridades portuarias sean económicamente sostenibles por sí mismas. Es decir, a que no den pérdidas. Y se buscan soluciones imaginativas para ello. El Dique de Levante, como último espacio ganado al mar, parece el suelo clave para aumentar los ingresos.

Por ello, en 2001 invitan a Frank Gehry, arquitecto, premio Pritzker –una suerte de Nobel de la arquitectura–, y que venía de darle un cambio de 180 grados a Bilbao diseñando su Museo Guggenheim. Le piden consejo sobre qué se podría hacer allí. Sin pasar factura, claro. Gehry ni siquiera aprovecha las noches que tenía en el Parador reservadas, vuelve a la terminal de vuelos privados: jet de vuelta a casa.

En esas, el fondo Al Alfia, relacionado con la familia real catarí, estaba en Marbella tratando de hacer un gran hotel rascacielos, pero el planeamiento urbanístico no se lo permite. Lo iban a hacer de la mano de José Seguí, arquitecto afincado en Málaga que conoce la ciudad como la palma de su mano: ya había ganado multitud de concursos públicos para distintos edificios e, incluso, fue uno de los redactores del Plan General de 1983, que resultó Premio Nacional de Urbanismo. Y pone sus ojos en el Dique de Levante, si la torre no podía ser en Marbella, podría serlo en Málaga. El jeque catarí visita el espacio, le gusta y da el visto bueno: “hágase”.

Comienza la tramitación. Hay que hacer un concurso, ya con Paulino Plata (PSOE), al frente de la Autoridad Portuaria. Con el proyecto básico de Seguí ya adelantado (una torre con forma circular, 136 metros de altura y 39 plantas), en noviembre de 2015 se decantan, en vez de por un concurso clásico, por un trámite de competencia. Es decir, el Puerto afirma que tiene un privado le ha presentado un proyecto para ocupar el Dique, y abre la posibilidad a otros competidores interesados en levantar el hotel rascacielos. El mismo debe llevar aparejado un proyecto básico y otros elementos como la sostenibilidad económica de la propuesta.

Concurrencia con el sobrino del profesor del arquitecto

Al trámite de competencia sólo se presentó un rival. Una propuesta diseñada por Antonio Moneo, sobrino de Rafael Moneo, arquitecto –también con Pritzker– que había sido profesor de Seguí. La misma, que contaba con financiación de un fondo de Singapur, fue descartada por no cumplir con la viabilidad económica entre otras. Así, se le da el proyecto a Seguí y al Alfia, que se había presentado bajo la empresa Andalusian Hospitality II, de la que también participa el grupo hotelero Hesperia. Aunque ellos no gestionarán el hotel. El CEO de Hesperia, Jordi Ferrer, ahora también lo es de Andalusian Hospitality. Aunque el impulso económico siempre lo ha puesto Al Alfia.

El documento, que se aprueba en BOE en febrero de 2016, tiene dos condicionantes para otorgar la concesión: el primero, que el Ayuntamiento redacte un Plan Especial del Puerto que permita la construcción de hasta 150 metros de altura donde, hasta ese momento, sólo se permitía una planta baja más dos. Y, por otra parte, que el Consejo de Ministroslevante el veto del uso hotelero en suelo portuario.

Con esto, arranca el trámite para hacer el Plan Especial. A la vez, empiezan a sucederse los pronunciamientos en contra. La Academia de Bellas Artes de San Telmo avisa de que no es el lugar idóneo. Señala otros como donde ahora se quiere hacer el Auditorio o el futuro Muelle 4. Icomos, el ente que asesora a Unesco en asuntos de patrimonio, también lanza varios avisos e informes contrarios a su construcción avisando de la incidencia en el paisaje.

Entonces, el presidente de Puertos del Estado de ese momento, Álvaro Rodríguez Dapena, ya había afirmado a este periódico que el Puerto de Málaga era rentable económicamente y no necesitaba del proyecto. Esto supone un cambio en el tablero: el principal combustible que había impulsado la torre había desaparecido de la partida. Rubio reconoce ahora que, pese a todo, las cuentas ahora son postivas, pero no está garantizado que esto siga siendo así.

Antes, se produjo otra de las contradicciones –o, al menos, de los cambios de rumbo– políticas con el proyecto. Dani Pérez, que había estado aplaudiendo el proyecto en la etapa de Linde y Plata, anunció el viraje del PSOE: en el verano de 2022 afirmó que su grupo municipal empezaba una cruzada contra le proyecto tras “años de escucha activa de la sociedad”. Meses más tarde quien viraba era Noelia Losada, de Ciudadanos, y que tenía la llave de la mayoría absoluta en el Ayuntamiento y que tenía el último voto necesario para sacar adelante el planeamiento urbanístico.

Aunque esa torre no era la misma que comenzó en un primer momento. En el mes de diciembre de 2020, y aprovechando que Urbanismo había exigido retranquear la torre 45 metros del límite del dique, la promotora –representada entonces por Ramón Calderón, abogado y ex presidente del Real Madrid– presentó el segundo proyecto para la torre. Seguí redujo el edificio, y con él el impacto visual, de los 136 metros a los 116. También implicó que el resultante fuese un cuerpo menos esbelto y más achatado, pero que pretendía acallar voces críticas. No lo consiguió.

A la segunda va la vencida, Plan Especial modificado

Con esa torre, y en verano de 2022, el Ayuntamiento de Málaga quiso llevar a la Comisión de Urbanismo la aprobación del Plan Especial. Tuvo que retirar el punto en el último momento: la evaluación ambiental de 2017 estaba caducada y había que volverla a hacer. Una vez obtenido otra vez este documento por la vía rápida, ya en noviembre de 2023 y con el PP teniendo una mayoría absoluta que no permitía contestación alguna en el Ayuntamiento, se aprobó la modificación.

A partir de ese momento se había salvado un escollo urbanístico de siete años. La promotora tenía vía libre para comenzar con el proyecto para llevarlo a la Autoridad Portuaria, de ahí a Puertos del Estado y, si estos dos informaban positivamente, se podría elevar al Consejo de Ministros para que diese –o no– la última luz verde. Pero tanto la Academia de Bellas Artes de San Telmo como la plataforma ciudadana Defendamos nuestro horizonte, llevaron el planeamiento a un contencioso. Que se deberá resolver, así lo ha afirmado el ministro de Transportes, Óscar Puente, antes de que nada vaya a la mesa donde se reúnen los titulares de las carteras ministeriales.

Esto hace que en el Puerto, de momento, tampoco tengan demasiada prisa en aprobar los informes, en los que ya han dicho que se pondrán manos a la obra. Queda por ver si, finalmente, aceptarán la petición de Puertos del Estado y mandarán a casilla de salida el trámite de competencia. En ese caso, Andalusian Hospitality y Chipperfield –que no vino a la última presentación– deberían volver a iniciar el proceso y aceptar que, de haber, competencia estos se puedan llevar la palma. De momento, la torre se tambalea.