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Córdoba: Así será el nuevo espacio sobre la cultura judía en Córdoba: un recorrido con los cinco sentidos junto a la Sinagoga

  • La Junta licita por 438.000 euros la musealización del solar anexo al templo hebreo, en el número 18 de la calle Judío

El nuevo centro de interpretación de la cultura judía de Córdoba, que ocupará el solar anexo a la Sinagoga, será realidad en poco tiempo. La Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía acaba de sacar a licitación las obras, que cuentan con un presupuesto de 438.240 euros y un plazo de ejecución de seis meses para intervenir en este espacio de 146 metros cuadrados ubicados en el número 18 de la calle Judíos.

El proyecto, al que ha tenido acceso El Día de Córdoba, pretende musealizar el inmueble para abrirlo al público e introducir al visitante “de una manera tenue y sutil” en el mundo de la cultura sefardí. La idea parte de la premisa de que “pasear por el barrio de la Judería no hace vivir de una manera intensa el mundo judío”, por lo que el objetivo es “poner en valor la importancia de la cultura judía en la ciudad y más concretamente en el sector donde se ubica el solar”.

El espacio que se recuperará cuenta con una “gran carga histórica, dada la densidad de información y naturaleza de los restos que encierra”, y el planteamiento es que conocer este espacio y la Sinagoga forme parte de una única visita, que empezará precisamente en el anexo que ahora se pondrá en valor. Se transformará en un “equipamiento complementario, necesario por lo reducido del formato del santuario judío”.

Un recorrido por tres ambientes

En concreto, la experiencia en este nuevo espacio anexo recorrerá tres espacios diferentes: el atrio o la recepción, la sala de interpretación y el yacimiento ya excavado. Empezando por el atrio, es el lugar de acceso y desde el que partirá la visita. Se trata de un pequeño patio, accesible desde la calle Judíos. Se cubrirá con una malla que permita la entrada de luz y ventilación, pero que prohíba la entrada a las aves. Contará con un rótulo del nombre representativo del inmueble, “Sinagoga de Córdoba”, como reclamo y alusión a su íntima relación con el santuario judío, y con una planta, cidro etrog, con una explicación de su significado en la cultura hebrea, como uno de los cuatro elementos sagrados de la fiesta del Tabernáculo.

Desde este patio se accederá directamente al aseo accesible que se va a instalar en el inmueble. Igualmente, se ambientará la entrada con música y aromas propios de la cultura judía que sirvan de introducción a su historia.

Así se llegará a la sala de interpretación, el espacio central de este nuevo complejo. El material expositivo incluirá una línea narrativa formada por paneles, una maqueta tridimensional del conjunto sinagogal y sendas grafías judías, una con el nombre de la ciudad de Córdoba y otra con la inscripción Sinagao de Córdoba. Parte del espacio estará recubierto con una “piel horadada”, cuyos huecos servirán de lugares expositivos para la luz, el olor, la vista y el tacto que “pondrán en alerta los sentidos del espectador”.

Experiencia con los cinco sentidos

El proyecto museológico subraya que la simbología jugará un “papel fundamental” dentro del recinto. Así, el sentido del oído dará protagonismo a la música sefardí, que recibirá a los visitantes adentrándolos en otra cultura. Se estudiará la música elegida, ya que la idea es que exista un “tránsito imperceptible” desde el acceso al vestíbulo para terminar escuchando el sonido del agua, simbolismo de la purificación, que tendrá su mayor presencia en la zona de la mikvé.

En cuanto al sentido del olfato, el recinto se perfumará con ketóret o incienso judío, mezcla de resinas aromáticas. Para los judíos, “quemar incienso es el sacrificio supremo, porque representa renunciar a la parte más importante, pero menos tangible, de uno mismo”. Así, se colocarán diversos incensarios en los huecos horadados.

Respecto al sentido del tacto, la idea es que los paramentos sean “elementos vivos” y reflejen la importancia de las estructuras antiguas que han emergido y que dan sentido a la historia del barrio de la Judería. Por último, en el apartado del sentido de la vista, para llevar “paz y tranquilidad” al lugar habrá un estricto control lumínico del espacio con el fin de “crear una atmósfera de recogimiento“.

La idea es que, durante el recorrido, “todos estos elementos tengan una presencia sutil, que el espectador irá descubriendo y percibiendo en su camino, sin que impacten visualmente, ya que se entiende que el gran valor y la esencia del lugar es el propio yacimiento arqueológico y su musealización”.

Siglos de historia superpuestos

Así se llegará al tercer espacio, el yacimiento. El objetivo es contextualizar que la Sinagoga no era una construcción aislada, sino que formaba parte de una estructura urbanística mucho más compleja e importante de la cultura hebrea. De hecho, las distintas intervenciones arqueológicas en el solar ya han puesto en evidencia una superposición de estratos desde la época romana que se mostrarán secuencialmente en el itinerario del recorrido.

Todo esto se mostrará a través de tres ventanas, tal y como consta en el proyecto. El primer punto de información destacará cómo la muralla romana es el origen del barrio, con calles que aún conservan el trazado paralelo de la muralla, y el crecimiento de la misma hasta el río Guadalquivir en tiempos de Julio Claudio. La muralla está formada por bloques de sillares que sirvieron de cimentación para la época posterior, encontrando estructuras apoyadas sobre aquella de épocas islámica y judía.

La ventana segunda se corresponde con la estructura original de la casa judía, cuyo patio original está rehundido unos 80 centímetros. Destacan la superposición de solerías que demuestra la ocupación prolongada en el tiempo; además, el hecho de que los muros empleen la misma técnica constructiva que la Sinagoga, con hiladas paralelas de sillares y ladrillos, afianza la idea de que los dos edificios formaban parte de un mismo conjunto, como ocurre en los complejos sinagogales de Lorca, Segovia o Molina de Aragón.

Baños de purificación en el ‘mikvé’

La tercera ventana, por último, se centrará en la importancia del agua en la cultura judía. Se mostrarán una serie de canalizaciones que entran por la Puerta de Almodóvar y discurren paralelas a la muralla por el adarve. Estas conducciones abastecían edificaciones de cierta relevancia, ya que las casas particulares se abastecían de agua a través de su propio pozo, y aquí se intercepta el flujo, por lo que la historia vuelve a señalar la importancia de la vivienda judía aquí construida.

Los restos excavados, de hecho, apuntan a una mikvé de un tamaño reducido, con un carácter privado, el espacio donde se realizaban los baños de purificación que describen el judaísmo. Se trata de un contenedor de agua donde una persona se sumerge completamente y no puede tener agua estancada, de ahí la importancia de que el acueducto de agua limpia abasteciese este punto concreto. Es una estructura muy sencilla, formada por una escalinata y dos perforaciones, una para llenarla de agua limpia y otra para la evacuación. Asociada a la mikvé debía haber un espacio a modo de vestuario que estaría en la zona que cubriría el arco incipiente que se conserva.