- Del AVE al Materno-Infantil, la hemeroteca evidencia más de tres décadas de promesas incumplidas, retrasos y proyectos frustrados
El 2 de febrero es un día grande en Punxsutawney. Cada año, desde 1887, los vecinos de esta pequeña localidad del estado norteamericano de Pensilvania se congregan al amanecer en la pradera de Gobbler’s Knob y, ataviados con mantas, bufandas y gorros de lana, espantan el intenso frío mientras esperan a que uno de los miembros del selecto Inner Circle saque a Phil de la madriguera en la que duerme plácidamente. Él es el centro de todas las miradas cuando el hombre del sombrero de copa lo eleva ante la multitud. La tradición dice que si Phil ve su sombra al salir de la madriguera, el invierno se prolongará seis semanas más. Si no la ve, será la primavera la que se adelante otro tanto. Puede que la fiabilidad científica del evento sea discutible, pero lo que nadie pone en duda es que el Día de la Marmota es, probablemente, una de las costumbres más curiosas del mundo, y también de las más famosas gracias a la película de Bill Murray Atrapado en el tiempo, en la que el protagonista, un antipático y cínico hombre del tiempo, se queda encerrado en un inexplicable bucle temporal en el que repite el mismo una y otra vez hasta que al final (spoiler), el presentador se vuelve bueno. Solo entonces consigue que amanezca, al fin, al soleado 3 de febrero.
Dichosa casualidad que fuera otro invierno, seguramente mucho más cálido y agradable que el de Punxsutawney, cuando, en plena vorágine modernizadora del 92, el entonces alcalde de Huelva, Juan Ceada, se atrevió con la primera fecha: “Estaremos en el año 91 -dijo, se entiende que refiriéndose al noventa y uno del siglo veinte- entre las pocas provincias de España que tengan el tren de alta velocidad”. Aquello fue el 31 de enero de 1989, y desde entonces Huelva vive sumida en un particular Día de la Marmota en el que se anuncian de forma reiterada proyectos, estudios preliminares, plazos y trámites que nunca llegan a ningún sitio. Un bucle cuya cronología arranca, por supuesto, con el AVE, y que después de 36 años completan un excelso catálogo de propósitos incumplidos. Un auténtico museo del PowerPoint lleno de proyectos reprogramados, reproyectados, reinventados y relicitados que llegan hasta hoy.
Después de la frase de Ceada en el 89 poco más se supo de la alta velocidad, quitando alguna promesa aquí y allá. Sin embargo, el 31 de enero de 2000 el ministro de Fomento Rafael Arias-Salgado (PP) lanzó el primer órdago: habría AVE y lo haría su gobierno. De hecho, el 8 de mayo de 2003 se aprobaba provisionalmente el Estudio Informativo de la línea. En 2005, el alcalde Pedro Rodríguez lo prometió para 2010, y de hecho en 2008 llegaban dos grandes hitos: la Declaración de Impacto Ambiental favorable y la aprobación definitiva del Estudio. Como preludio de tal tsunami de buenas noticias, el 22 de diciembre de 2007, la ministra Magdalena Álvarez (PSOE) presentaba en la Diputación la maqueta de la futura estación, obra de Santiago Calatrava. Su torre de 353 metros proclamaba la llegada de “un día histórico”, pregonó Álvarez, gracias a una infraestructura “de futuro y modernidad”, suscribió el célebre arquitecto, que al día siguiente añadió aquello de: “No tengo el compromiso contratado por parte del Gobierno”. Pues claro que no lo tenía.
Los años siguientes fueron un quiero y no puedo, o un puedo pero no quiero: en 2009, el Gobierno prometió licitar las obras en 2010 con un presupuesto de 370 millones. En 2011, en campaña, Mariano Rajoy (PP) aseguró que, incluso en plena crisis, habría dinero para iniciar las obras “del AVE a Huelva” y, ya en el poder, su ministra Ana Pastor habló de su “compromiso firme” al respecto. En mayo de 2015, la ministra onubense Fátima Báñez lo prometió para la legislatura siguiente, pero, en paralelo, caducaba la DIA de 2008 y se tenía que volver a empezar de cero. Hasta finales de ese año no se aprobó provisionalmente otro Estudio Informativo, y en diciembre de 2024, ya con Pedro Sánchez en el Gobierno, se aprobaba una nueva Declaración de Impacto Ambiental favorable. Finalmente, después de algún que otro vaivén, en marzo de 2025, el ministro Óscar Puente anunció la licitación de los proyectos constructivos, que abren la puerta a unas obras que podrían prolongarse durante 42 meses más, aunque el horizonte está puesto en 2028. De cumplirse el plazo más optimista habrán transcurrido 39 años desde aquella promesa. Treinta-y-nueve.
“Lo conseguimos”
La carretera N-435 y el viejo sueño de la A-83 encarnan otra de las promesas eternas para Huelva desde los años noventa. El desdoble se incluyó en el Plan de Infraestructuras 2000-2007 como una actuación “a estudio”. En 2004, el PSOE de Huelva impulsó el proyecto como gran eje de la campaña de las Generales. “Lo conseguimos”, rezaba la ya famosa pancarta que se colgó del balcón del Ayuntamiento de Valverde cuando ganó Zapatero. Cuatro años después, el 5 de septiembre de 2008, el entonces secretario general del PSOE onubense, Mario Jiménez, actualmente parlamentario andaluz por Huelva, aseguraba que “en próximas semanas” saldría a información pública el estudio informativo, y desde entonces se han ido apilando una propuesta sobre otra sin ningún éxito. Solo llegó a buen puerto la variante entre Beas y Trigueros, inaugurada en 2019. En 2021, se envió a Medio Ambiente la evaluación ambiental del tramo San Juan–Zalamea, pero en febrero de 2025 el ministro Óscar Puente cerró el debate explicando que, de momento, una ratio de 8.100 vehículos diarios no justifica el desdoble.
El mismo día de septiembre de 2008 en el que anunciaba el desdoble de la N-435, Mario Jiménez prometía el tercer carril en la A-49, otra de las viejas aspiraciones de la provincia. Diecisiete años después, lo único real son los carriles de entrada a Sevilla y los irritantes conos de los fines de semana. En marzo de este año, todo hay que decirlo, Transportes ha licitado el proyecto del tercer carril en el tramo Huelva-San Juan del Puerto.
Lo de hacer las cosas en su mínima expresión para luego tener que desdoblarlas parece un mal endémico en la provincia. El desdoble del túnel de San Silvestre podría llevarse el premio a obra más reclamada de todos los tiempos. El proyecto, reivindicado ya durante la construcción del túnel original en los años sesenta del siglo XX, apareció en el Plan Hidrológico Nacional de Aznar en 2001, y luego como “actuación prioritaria” en la planificación hidrológica 2009–2015 de Zapatero. En 2016, la ministra Isabel García Tejerina (PP) lo incluyó entre las obras “fundamentales” del ciclo, y en 2017 prometió licitarlo “el año próximo”, pero nada se supo hasta 2021, cuando el secretario de Estado Hugo Morán (PSOE) aseguró que las obras iban a quedar licitadas “a final de año”. La adjudicación se formalizó en 2023. En 2024 se hablaba un plazo de 14 a 15 meses de perforación. En 2025 el horizonte de finalización se sitúa en 2026. De momento no hay ni una excavadora allí, como en la presa de Alcolea, un proyecto redactado en 1996, con Declaración de Impacto Ambiental positiva publicada en 2000, licitación en 2014 y finalmente abandonada por la empresa constructora con apenas un 21% ejecutado.
Con la sanidad la situación no mejora. El 17 de diciembre de 2007, la consejera María Jesús Montero (PSOE) colocaba la primera piedra del CHARE de Lepe, que iniciaba su construcción con un plazo de ejecución de 36 meses, pese a que, antes, la Junta había fijado su entrada en funcionamiento para 2008. La obra se terminó en 2016, pero el centro nunca abrió porque no había cómo llegar. En 2020, el presidente andaluz Juanma Moreno (PP) prometió que estaría listo “en los primeros meses de 2021”. En mayo de 2024, la consejera Catalina García (PP) lo afinó todavía más: “Abrirá en diciembre”, dijo, “si el Gobierno termina los accesos”. Aún sigue cerrado, y no se sabe si es mejor eso o que ni siquiera exista, como el Hospital Materno-Infantil.
El materno eterno
Este es otro curioso caso de calendario de plastilina. La primera promesa es de 2009, cuando la consejera María Jesús Montero (PSOE) prometió construir “un hospital de la mujer y el niño” en Huelva. En 2017, la consejera Marina Álvarez, proclamó su licitación para 2018, y en marzo de 2019 el consejero de Salud Jesús Aguirre (ya gobernaba el PP) anunció que la Junta había adjudicado la redacción del proyecto, e ncluso le puso fecha al estreno: abril de 2022. La Junta habló de licitar en 2021, luego que en 2022 y después que en 2023. Tras un nuevo proyecto fallido que había reducido el plan inicial a su mínima expresión y que fue muy contestado por la sociedad onubense, el Gobierno andaluz admitió que tenía que rediseñarlo, aunque no ha sido hasta el 29 de julio de este mismo año cuando la Consejería ha sacado a licitación el que ahora se presenta como proyecto definitivo, un concurso al que concurren doce empresas. El PP asegura que las obras comenzarán a principios de 2026. Si los plazos se cumplen, la inauguración podría llegar en 2029. Veinte años después del anuncio de Montero. Diez desde la llegada de Juanma Moreno a la Junta.
Aunque parezca mentira (cómo pasa el tiempo), la sede del Banco de España en Huelva cerró nada menos que en 2004. Ya en 2009 la Junta planteó su reutilización para fines culturales, pero no fue hasta hasta 2018 cuando el consejero de Cultura Miguel Ángel Vázquez (PSOE) presentó el proyecto para convertir el emblemático edificio en Museo Arqueológico. Prometió que Huelva tendría “dos museos en 2021”. Las obras se licitaron, pero en 2019 tuvieron que detenerse por la aparición de restos arqueológicos. Dos años después, en 2021, la consejera Patricia del Pozo (PP) cambió el guion y explicó que, por problemas de espacio, el Banco pasaría a ser Museo de Bellas Artes, mientras que el Arqueológico se mantendría en la actual sede de Alameda Sundheim. Había, por tanto, que hacer un nuevo proyecto, que en octubre de 2024 estaba “prácticamente” finalizado pero que a estas alturas aún no se ha licitado.
Otro inmueble histórico, el de Hacienda en la Gran Vía, vive su singular periplo en el limbo de los edificios abandonados desde mediados de los años 90 del siglo pasado, aunque solo lleva desde 2010 esperando la rehabilitación. En 2017, el contrato de construcción se rescindió con solo un 27% ejecutado. En agosto de 2021, la entonces delegada del Gobierno andaluz, Bella Verano (PP), anunció que las obras se reanudarían al mes siguiente con una duración máxima de 20 meses, de modo que debía estar terminado a principios de 2023, pero en 2022 aparecieron los restos del puerto tartésico, un hallazgo que retrasó los plazos hasta el año pasado, cuando se continuó con las obras, cuya fecha de entrega apunta ahora a 2026 o 2027. Más obras infinitas: el Archivo Histórico Provincial, un proyecto que se presentó en 2009 con fecha de apertura en 2012, aunque la obra no arrancó hasta 2016. Se detuvo al año siguiente y desde entonces el edificio sigue a medio terminar.
Y aún hay un edificio más: la Subdelegación del Gobierno, que se se trasladó provisionalmente (provisionalmente) a la calle Berdigón en diciembre de 2016, mientras duraba la rehabilitación de la sede de Gran Vía, que sería, se dijo, cuestión de meses. Debería estar lista a finales de año, pero eso, probablemente, no ocurrirá.
Como en una maldición, ironías de la vida, nada termina en la provincia donde todo empieza, y mientras tanto, los ciudadanos, que observan, expectantes, el escenario, continúan preparan una y otra vez para aplaudir el esperado momento en el que nuestro particular Phil deje de ver su propia sombra y anuncie, de una vez por todas, el final del largo invierno y la llegada de una florida y prometedora primavera.