Los ingenieros se rebelan contra el ‘núcleo duro’ del Ministerio de Transportes
- Órganos internos bloquean iniciativas de la Secretaría General Técnica y advierten de que está en riesgo la seguridad de las infraestructuras
El Ministerio de Transportes ha chocado contra sus propios ingenieros y las principales asociaciones y profesionales en España por tratar de imponer una normativa de construcción que evita trasponer los códigos europeos y, aseguran, pone en riesgo la seguridad de las obras.
Transportes es el principal contratante de obra pública del Estado, con proyectos de construcción y mantenimiento de infraestructuras como carreteras, vías de tren, viaductos, presas, puertos…El pasado 16 de junio, la Secretaría General Técnica, el núcleo en el que se apoyan la ministra y su subsecretario de Transports para la toma de decisiones y de donde emanan informes, estudios y tramitaciones del ministerio convocó a las comisiones de expertos en hormigón y acero para aprobar una nueva normativa sobre el uso de estos materiales en las obras públicas. En estas comisiones figuran como asistentes expertos del propio ministerio en seguridad ferroviaria o carreteras y vivienda, además de miembros de los ministerios de Trabajo y Transición ecológica, entre otros.
El resultado fue que la propuesta del órgano de confianza de la ministra Sánchez recibió un inédito y sonoro rechazo por parte de los convocados, que alertan de que “la normativa actualmente en vigor en España está claramente obsoleta y es insuficiente y denuncian la cerrazón del Ministerio que se niega a adoptar los códigos europeos”. Es decir, los propios responsables técnicos de la seguridad en infraestructuras se oponen a las normas que el ministerio trata de sacar adelante.
Como consecuencia, 16 asociaciones y federaciones profesionales de ingenieros de todas las disciplinas que representan a miles de ingenieros y técnicos, empresas, catedráticos y arquitectos han firmado y remitido al Ministerio de Transportes y a Moncloa un manifiesto en el que exigen que se adopten de una vez por todas los eurocódigos -normas de proyecto que se emplean desde hace más de una década en la gran mayoría de los países europeos- que garantizan los máximos niveles de seguridad en la construcción y contra los terremotos.
En relación al riesgo que puede suponer un movimiento sísmico sobre las infraestructuras, el ministerio sí ha conseguido sacar adelante unas nuevas normas de seguridad que según los ingenieros tampoco se ajustan a los códigos vigentes en el resto de países de la Unión Europea. Si el ya inminente calendario electoral no lo impide, la norma podría aún ser aprobada.
La Asociación de Ingenieros de Caminos indica que la razón del núcleo duro del ministerio para rechazar la normativa europea y enfrentarse a la profesión es “la inviabilidad jurídica de la simple remisión directa a los eurocódigos en un reglamento español”. Sin embargo, fuentes del propio ministerio leen la negativa como “la herramienta de la Secretaría General Técnica para mantener la hegemonía sobre la profesión”. El órgano ha resistido las demandas de los profesionales y empresas del sector durante el mandato de tres ministros: Íñigo de la serna, José Luis Ábalos y, ahora, Raquel Sánchez.
Sea como sea, una de las instituciones más antiguas y relevantes de la profesión en España ya ha expresado públicamente “la gran inquietud” existente en la profesión por la falta de coherencia técnica de la normativa en proyecto, aprobada “sin criterio científico, sin avales técnicos y sin unanimidad “y “con los consiguientes riesgos para la seguridad de los edificios e infraestructuras y, lo más importante, para la seguridad de las personas en caso de que tenga lugar un terremoto”.
Los terremotos son infrecuentes en España aunque no improbables, como demuestra el caso de Lorca (Murcia) en mayo de 2011. Con una intensidad de 5,1 puntos en la escala de Ritcher -considerada moderada- un 80% de las viviendas resultaron dañadas y más de 1.000 tuvieron que ser demolidas mientras que otros 70 edificios construidos con las normas actuales sufrieron graves daños y colapsaron, según los ingenieros.